La fertilidad y la
productividad son conceptos económicos perfectamente modificables en la
agricultura; mientras que los terrenos forestales no deben de necesitar de aportes
externos de nutrientes ni de laboreos para facilitar la aireación y aumentar la
capacidad de retención del agua de lluvia.
El suelo del bosque se mantiene naturalmente cuando se respeta el ecosistema, por encima y por debajo del
nivel del suelo.
Lo expresado en el
anterior párrafo es una obviedad. Ahora,
intentemos afinar en la realidad de
estas afirmaciones.
En primer lugar la
fertilidad y productividad agrícola son términos técnicos y económicos, o lo
que viene a ser lo mismo no están relacionados directamente con la
sostenibilidad ambiental o eficacia del sistema. Comparados con los suelos forestales son muy
ineficaces y por tanto derrochadores de nutrientes fundamentales como el
nitrógeno y el fósforo. En el caso del regadío, son verdaderos sumideros que
arrastran al agua hasta acuíferos, aguas superficiales y finalmente el mar.
En el caso de la
productividad como concepto agrícola o económico tiene que ver con la capacidad
para producir mediatizado por los factores externos del cultivo (abono, laboreos,
enmiendas, etc) con los que se consigue el fin último buscado que no es la
productividad sino el rendimiento económico ( por si alguien no lo coge
hablamos de mercado y política, ténganse
en cuenta el precio de mercado que es
fluctuante y la obtención de ayudas o subvenciones).
También los terrenos
forestales producen bienes, aunque en éste el rendimiento económico sea para
echarse a llorar; pero si habláramos de una productividad forestal la
diferenciamos de la agrícola en el punto en el que medio se deteriora y únicamente se puede recuperar con aportes
externos.
Esto es, no es cierto que
el monte mediterráneo no pueda explotarse, de hecho lo que nos queda es una
muestra de ello, pero sí que hay un límite
que no se debe traspasar. Actualmente es fácil descubrir como la administración
forestal permite que este límite por inconciencia o por mimetismo técnico y económico agrícola se
traspasa continuamente buscando
ciclos productivos cada vez más cortos en la moderna selvicultura de la
biomasa, celulosa o madera, esta tendencia acerca cada vez más la selvicultura
a la explotación agrícola.
De hecho no existe una clara frontera entre el
cultivo agrícola y la explotación forestal. Podríamos decir igualmente que
los clones de chopo son un cultivo forestal cultivado en suelo
agrícola, o que el cultivo energético de eucalipto con turnos de 2 ó 3 años es
un cultivo agrícola en terrenos forestales.
Eucalipto con una densidad de plantación elevada para producción de biomasa energética |
Siguiendo los principios de la legislación forestal
el monte ha de ser gestionado conforme a los principios de la sostenibilidad
ambiental. Parece algo trivial en estos
tiempos modernos cuando todo lo que concierne al medio ambiente debe de llevar
el marchamo de sostenible; pero en este caso no es así, ya que son los
principios tradicionales de la selvicultura, aquellos que se aplican en
cualquier ordenación del monte, los que desde
hace más de un siglo, buscan precisamente esta sostenibilidad.
Quizá lo que está en entredicho es el propio
concepto actual de "sostenibilidad" aplicado a lo forestal, pues ya de antiguo se entendió que los montes
se gestionasen de forma ordenada, de tal forma que estos tuviesen capacidad de
producir bienes y servicios de forma
continuada. Estaba de más entender que
se refería bajo las condiciones naturales, cosa que ahora sí que parece que ha
de advertirse, pues el término hoy es económico, o si se me permite,
técnicamente económico; es decir, que es planteable que se pueda mantener la capacidad de
producción con ayuda externa y, por tanto, fuera de las condiciones
(limitaciones) naturales.
Es este paso el que hace que la explotación forestal
se acerque en su gestión a la agrícola, separa ya únicamente por la categoría
del terreno. Aún así hay una legislación forestal y una ordenación del
territorio restrictiva para los cambios en el monte, que en la práctica choca
con la realidad social y económica de un submundo forestal, despoblado,
envejecido, empobrecido, escaso de ayudas y depreciado en sus productos frente al agrícola. La salida pasa muchas
veces por el cambio de uso a cultivos agrícolas como el olivar o almendro o la
intensificación del pasto, ¿quién o qué administración se atreve a limitar el
desarrollo de estas tierras en zonas con despoblamiento, retraso secular e
índices de paro elevadísimos?
Frontera entre Haití y La República Dominicana |
En este mundo del siglo XXI mantener los recursos
forestales se ha convertido en un lujo cuando la pobreza aprieta. Un caso
extremo, deforestación de Haiti (mitad
izquierda de la imagen), comparen con las tierra de La República Dominicana a
la derecha de la frontera.
Resulta obvio, la diferencia entre suelo agrícola y el
forestal debería ser la sostenibilidad ambiental. En el caso mediterráneo esto implica una
cubierta permanente de árboles y arbustos. Este es el principio fundamental sobre el que ha de
basarse la buena gestión forestal en el medio mediterráneo.
En
realidad, para el gestor la diferencia está en la distinción ambiental y
económica con las administraciones públicas. La primera castiga a los terrenos
forestales con todo tipo de autorizaciones y limitaciones, hasta para cortar un
árbol seco. La segunda no distingue
entre unos y otros, pero al no haber una
discriminación positiva de los montes por el bajo valor de sus productos y el
alto valor ambiental de sus externalidades, por comparación con los terrenos
agrícolas, se penaliza la baja rentabilidad lo que lógicamente conduce a los
propietarios a buscar rendimientos más
cercanos a la agricultura ya sea haciendo más intensiva la
producción (p.e. pastos o cultivos energéticos)
o dando el salto definitivo del cambio de uso del terreno forestal al agrícola.
Si
hace unos años montes y secanos quedaban en la marginalidad social y económica
ahora el regadío resulta una inversión económica interesante dentro de los
mercados, especialmente cuando el suelo marginal previo a la transformación
está tan barato. Estos inversores más que agricultores, producen una imparable
transformación del medio que pone negro sobre blanco la nula rentabilidad del
monte mediterráneo frente a las elevadas
ayudas para la transformación de la PAC que conducen a un deterioro progresivo
del medio rural y forestal. La legislación proteccionista que recae sobre los
terrenos forestales es el reflejo de la conciencia ambiental de nuestro pueblo;
pero la verdadera muestra de la acción de la administración, la ejecutiva, se
deja guiar siempre por el poder económico.
Transformación de terrenos forestales para uso agrícola en Lepe (Huelva) |