viernes, 15 de junio de 2018

SUELO FORESTAL Y GESTIÓN PARA LA CONSERVACIÓN


Partamos de un bosque bien conservado. Tanto el árbol en pie, como su hojarasca proporcionan la protección que requiere el suelo de los agentes climáticos,  que se extiende durante todo el periodo vegetativo:


  • Protección de la superficie del suelo de la alta insolación, elevadas temperaturas e intensa evaporación, alargando el periodo de mayor actividad de la biocenosis edáfica e incrementando la funcionalidad del suelo, reciclando nutrientes y movilizando algunos con tendencia a inmovilizarse como el fósforo.

  • Protección del suelo frente al impacto de la lluvia, que es especialmente agresiva en el otoño cuando además el suelo carece de vegetación herbácea,  favoreciendo la infiltración, aumentando con ello la capacidad de aprovechar más eficazmente el recurso hídrico y reduciendo la erosión superficial, lo cual además repercute indirectamente en un mejor estado de los ríos al llevar menos arrastres sólidos, tener menor incidencias dañinas sus crecidas. La infiltración recarga los acuíferos, lo que  posibilita que  durante el largo verano, cuando todo el pasto se ha agostado y los torrentes y demás cursos de agua estaciónales se han secado aún siguen fluyendo las fuentes y  algunos arroyos manteniendo algunos pastos verdes (vallicares, bonales). Siendo por tanto un recurso estratégico para toda la fauna.

  • Mejora el suelo al bombear las sales minerales de la roca sobre la que se asienta el suelo y ponerlas a disposición del ecosistema a través de sus desechos que fertilizan y mejoran por su aporte húmico el suelo.
 
El estado del arbolado y suelo van parejos
Si el objeto de la gestión es la conservación,  en este caso ideal no deberíamos actuar.
A veces estamos muy cerca del estado ideal con una gestión conservadora que sin embargo produce un deterioro o degradación, derivado de desequilibrios como el aumento de ungulados por la falta de depredadores unido a una nula o ineficaz gestión cinegética. En apariencia el monte está bien conservado pero la realidad  puede conducir a un declive por la falta de regeneración.

Ganado en Sierra de Las Nieves (Málaga). Las cabras pueden impedir la regeneración del quejigal y en consecuencia afectar negativamente a la conservación del suelo.

Pero en la mayor parte de los casos el problema es el restaurar  un monte claramente degradado. Aquí nos encontramos la  gran paradoja, las llamadas mejoras en los montes que implican mover el suelo, lo que supone una degradación. Y un suelo forestal degradado no mantiene un bosque, entonces queda esperar que llegue a alcanzar el bosque para que recupere la fertilidad o  tratarlo como un terreno agrícola labrándolo y fertilizándolo para acelerar un proceso que quizá nunca llegue si no se deja a la naturaleza restaurarse.

Como se va explicar con un caso real más adelante, el sistema suelo forestal del bosque funciona con una gran eficiencia, muy al contrario que un suelo agrícola en el que el flujo externo conduce a una ineficiencia y los nutrientes se derrochan.

Por tanto toda alteración  conduce a la pérdida del sistema original edáfico (entiéndase, hongos, bacterias, protozoos, etc. y por sus procesos) a un sistema ineficiente y esto puede ocurrir tanto por la eliminación de la vegetación, la remoción del suelo o el aumento de las deposiciones del ganado o caza mayor.

Dense cuenta que la fertilidad agrícola es el capital medido en nutrientes NPK, mientras que la fertilidad de los ecosistemas forestal se mide por la eficiencia del sistema. De igual modo que  la riqueza de un país no se mide por el dinero guardado en los bancos, la verdadera riqueza se encuentra dentro de los organismos que trabajan para hacer eficiente el sistema.

Veamos un caso real. El N y P están presentes mayoritariamente en forma orgánica y dentro de los microorganismos del suelo. Así en un estudio dentro del Parque de los Alcornocales se encontró que el N y  P en los microorganismos era 10 veces superior al disponible por las plantas (Aponte Perales, C. CSIC. 2010)  Por tanto, la mayoría de estos nutrientes están activos y recirculando dentro del ecosistema, optimizándose la fertilidad  de estos nutrientes. En estos suelos un aporte puntual de nutrientes es redistribuido por el ecosistema en un plazo más o menos largo, mucho más allá del punto de origen y es aprovechado con gran eficacia aún cuando se trate de escasas cantidades de micronutrientes. Sólo cuando la cantidad no puede ser asimilada se pierde en sumideros naturales, fundamentalmente a través de las aguas de escorrentía y por tanto enriquece las zonas húmedas y riberas.

Curiosamente, la mismas plantas hacen de reservorio de micronutrientes, a veces no necesarios para la actividad fisiológica  de la planta; pero si para la actividad de los microorganismos o incluso de otras especies de plantas, dado que las necesidades de estos micronutrientes es variable entre especies. Por tanto, la diversidad en especies favorece la captura  de todo tipo de nutrientes, asegurando la posterior recirculación de nutrientes para el conjunto del ecosistema.

Por otro lado, la eficacia de los suelos forestales como recicladores de  nutrientes es algo que se optimiza con el desarrollo en complejidad y estabilidad del bosque. Más exactamente, la evolución del bosque necesita de mayores flujos de nutrientes a través del suelo. Otras formaciones menos complejas, como  los bosques de coníferas o ciertos matorrales pueden ser igualmente eficaces para sus propios y modestos requerimientos, siendo a la larga imposible la mejora del suelo sin la intervención de plantas de etapas superiores en la progresión.

Es decir, podemos decir que las distintas formaciones vegetales, como las seriales que aparecen tras la degradación, crean comunidades conservadoras en el sentido que tendrán condiciones edáficas favorables para ellas, como en un intento de perpetuarse. Así por ejemplo, es de esperar que un pinar sea eficaz en cuanto a optimizar los recursos necesarios para el mantenimiento de la formación forestal consiguiendo que los pocos recursos disponibles se aprovechen en un ciclo bastante largo, dado que la mayor parte de estos nutrientes están temporalmente secuestrados en el litter dada la lenta descomposición de la hojarasca  de elevado contenido de sustancias que inhiben la descomposición como son los fenoles y una relación C/N muy alta. En la bibliografía se dice que la progresión ecológica en este caso, supongamos para el transito a un bosque más complejo de quercíneas, se da por facilitación, es decir que el pinar ha creado unas condiciones favorables con el desarrollo de los robles.  Desde el punto de vista evolutivo esto no tiene ningún sentido ni tampoco desde la experiencia, en la que estas formaciones seriales tienden a ser permanentes en muchos casos. Otra teoría habla de la autosucesión, es decir que es la misma comunidad vegetal la que pone en marcha los cambios necesarios para la implantación de la formación vegetal.  Esto tiene completo sentido ecológico, pues al entrar estas plantas con ellas arrastran otros organismos que van aumentando el flujo de nutrientes  y la eficacia necesaria para el desarrollo de la nueva vegetación.


Q. alpestris creciendo sobre rocas calizas en Sierra de las Nieves

Se trata como en economía de hacer circular el capital, si este no se mueve no produce beneficios. Teóricamente, mientras más se muevan los nutrientes (tasa de descomposición mayor y ciclo más complejo)  más beneficios produce en el sistema, pues en igualdad de condiciones sería como si el suelo fuese más fértil y productivo en términos ecológicos (más biomasa vegetal y animal; y más diversidad) . En condiciones muy optimas climáticas, como ocurre con bosques húmedos y climas tropicales o templados, el flujo de nutrientes y energía es muy grande dado que la reposición de nutrientes  es  muy rápida y en gran cantidad, la descomposición rápida, pone  a disposición gran cantidad de nutrientes que son absorbidos rápidamente por la vegetación, que precisamente por ello es altamente competitiva,  no obstante cuanto más grande es este flujo mayor cantidad de nutrientes hay retenidos en la biomasa, es decir en las plantas y animales que finalmente es el indicador que se viene a utilizar  para definir un bosque maduro, por ser más simple de diagnósticar que no este flujo de nutrientes. No obstante, se puede observar también en la eficacia del flujo energético y en la homeostasis final. La energía que mueve todo este sistema tiende a acumularse en forma de materia orgánica rica en carbono cuando el sistema no es muy maduro, mientras que en el bosque más maduro y complejo la materia orgánica se descompone a gran velocidad de modo que los microorganismos consumen mucha más energía. Podemos especular que esa energía inútil puede acabar disipándose en forma de incendio forestal, que en definitiva es una medio de renovación y rejuvenecimiento de estas formaciones alejadas del clímax y que ayudan a su perpetuación frente a etapas más avanzadas. Al menos en climas como el mediterráneo.


Decaimiento del arbolado (alcornocal en Coto San Felipe en Niebla). El deterioro del suelo va parejo.

Algunos ejemplos de prácticas que pueden no ayudar a la restauración son los grandes  laboreos, para eliminar el matorral serial o prevención de incendios. Estas prácticas equivalen a las perturbaciones necesarias para mantener etapas seriales permanentes como jarales, brezales o algunos pinares subclimácicos. Se mantienen así las condiciones de bajo flujo de energía, baja tasa de reposición de nutrientes, suelos pobres, predisposición alta a las grandes perturbaciones como incendios. En estos suelos, la permanencia sin perturbación  puede implicar la sucesión hacia el bosque, especialmente favorable si el suelo del bosque aún se conserva poco degradado; pero  la perturbación periódica rejuvenece el sistema y lo perpetua, ya sea por el uso del fuego o el laboreo, el pasto en estos suelos mientras aún son fértiles puede estabilizarse, de lo contrario el pisoteo, la elevada carga de nutrientes nitrogenados  y la degradadación de la vegetación leñosa puede acarrear a un punto de difícil retorno de degradación del suelo.


Decaimiento de  encinar en un suelo que se gradea supuestamente para impedir el desarrollo del jaral.
La remoción del suelo favorece la regeneración de una  formación que requiere de perturbación obligada  para regenerarse como es el jaral. 




martes, 12 de junio de 2018

INTERACCIÓN NATURAL ENTRE SUELO Y VEGETACIÓN


Ya hemos tratado la trascendental relación entre suelo y vegetación en medios explotados como dehesas. Veamos ahora lo que ocurre en condiciones naturales con la interacción entre vegetación y suelo forestal.

El suelo poco formado limita al arbolado por la escasa cantidad de nutrientes disponibles; aunque en el clima mediterráneo más por la escasa retención de agua. Se sabe que la profundidad del enraizamiento está más relacionado con el aprovechamiento de agua que de nutrientes,  que están concentrados  en la zona de actividad de los organismos del suelo o la parte humificada de éste.
 
Preparación del suelo previo a la repoblación. Se  elimina la competencia para el repoblado pero en la restauración ecológica  estamos favoreciendo a la competencia no deseada como  las jaras.
Lógicamente la riqueza del suelo está íntimamente vinculado con la vegetación. En gran medida los nutrientes están dentro del humus del suelo y este ha sido formado por la cubierta vegetal.  Se puede decir que hay humus más ácidos y pobres en bases tipo mor o humus más ricos en bases tipo mull. La roca puede determinar el tipo de vegetación que se formará y el tipo de suelo, hasta cierto punto. Que predomine un tipo u otro de humus depende de la cubierta. Se puede decir que rocas ácidas como el granito asientan vegetación como pinares que tienden a formar suelos ácidos,  y también  que los pinares forman suelos ácidos. Pero entonces ¿es la reacción ácida de la roca la que determina que se asienten pinares o son los pinares los que determinan la acidez del suelo?

En realidad sobre suelos graníticos se pueden formar bosques de pinos o de robles, y sus suelos podrán ser distintos a pesar del origen común. Achacar la pobreza a la vegetación presente significa no entender los mecanismos de progresión de los ecosistemas.
Un mismo material parental posibilita suelos distintos según la vegetación que se asiente, no obstante que se alcance un tipo u otro de vegetación puede entrañar más o menos dificultad.  Siguiendo con el ejemplo del granito, el material parental de esta roca que se disgrega como su nombre indica determina la formación de suelos arenosos que al ser una roca de elevado contenido en sílice se denomina  como "ácida”.  Estos suelos arenosos y pobres en bases son colonizados preferentemente por los pinos y formarán un suelo ácido como no podía ser de otro modo. Pero en una situación ideal el pinar puede enriquecerse fijando cada vez más nutrientes por robles como el melojo que pueden extraer bases del sustrato parental con más eficacia que el pino y finalmente llegar a formarse un suelo mejor bajo un robledal.

La evolución del suelo depende de muchos factores que  tienen que ver con la capacidad para asentarse una vegetación más exigente o no dependiendo de la situación orográfica y del clima (por descontado, también la perturbación humana).  El mismo suelo puede formarse con una alteración de la roca muy rápida o lenta, el lavado del suelo, la temperatura, la pendiente, etc. A veces el condicionante del medio es muy importante y la vegetación permanente no alcanza el optimo climático pues el suelo no puede mejorar.

Incluso etapas finales del bosque que debido al clima pueden superponerse,  en determinado lugar presentan diferencias que explican la sustitución o dominancia de un arbolado sobre otro. En un estudio de los suelos en el Parque Natural de Los Alcornocales en Cádiz se pudo demostrar que los suelos bajo el quejigo moruno o roble andaluz  (Q. canariensis) eran más ricos en bases que los que estaban bajo el alcornoque ( Q. suber).  Entonces el alcornocal podrá ser sustituido por el quejigal cuando el suelo aumente en eficiencia, esto sin embargo dependerá de la misma entrada de la especie  Q. canariensis, pues son sus mismos despojos los que forman un suelo más rico y no por el material de partida que en esta zona es ya de por si bastante pobre (areniscas del Aljibe).

La explicación se encuentra en la naturaleza de la cubierta vegetal y no tanto en el material parental del suelo. El desfronde del quejigo produce una relación C/N menor y también una mayor riqueza en bases, lo que es coherente con una especie más competitiva que tiene un mayor crecimiento. Por tanto una vegetación dominante  más competitiva mantiene un suelo más rico pero también necesita de que ese suelo se haya formado; en tanto no se dan estas circunstancias el suelo no podrá sustentar más que bosques más adaptados a limitaciones como ocurre con los pinares en muchas zonas de montaña.

Es interesante reflexionar sobre como una formación frugal como el pinar puede dar paso a una formación considerada potencial de quercíneas cuando la fertilidad del suelo es un limitante. El modelo de facilitación  no tendría porque funcionar en este caso, el pinar no crearía las condiciones necesarias para el establecimiento del robledal, al contrario, sería el robledal el que creara estas condiciones. Lo que ocurre es que el proceso de cambio de vegetación sería progresivo.

La cuestión es que el mismo proceso puede ser desencadenado por la misma vegetación o especie, el roble puede también establecerse en el material parental y mejorar lentamente las condiciones del suelo. A este modelo se le llama autosucesión, pues puesto en marcha por las propias especies que acaban como cabeza de serie.

En el ámbito mediterráneo este modelo de autosucesión es extensible a muchas series, por ejemplo encinares que llegan a medrar en roquedos. También aquí se dan paradojas como que el clima sea potencial para el desarrollo de una especie mesofila como el quejigo y la etapa permanente sea un encinar, y que este se forme directamente sobre el suelo parental; la explicación es que el material parental no tiene más limitación que la hídrica y probablemente la pendiente y una exposición en solana acentúe más el carácter xerófilo del hábitat a pesar de la elevada pluviometría. Estos suelo  ricos en bases pero duros y con poco desarrollo, soportan una vegetación de frondosas xerófilas con carácter estable junto a mesofilas solo por las xeromorfia impuesta por el medio.
 
Melojar (Quercus pyrenaica) en Castaño del Robledo (Huelva) desarrollándose en un roquedo, modelo de autosucesión. 
De igual modo ocurre con muchos lugares en los que la excesiva permeabilidad o escasa fertilidad hace que los pinares constituyan formaciones permanentes.

Pinares varias veces centenarios  de Pinus nigra ssp salzmannii en la Sierra del Pozo (Cazorla). Formación forestal permanente  desde finales de la era terciaria en calizas  duras  y dolomías de la alta montaña mediterránea.

Una consideración importante es que, si bien los suelos formados por frondosas mesófilas son más ricos, y también más activos; la capacidad de los robles de mantener la fertilidad del suelo en condiciones pioneras es reducida. Difícilmente se crea la necesaria cubierta que compense o evite la pérdida de nutrientes. Por contra, los pinares pueden en las mismas condiciones conseguir una cubierta importante,  formada por una hojarasca que se descompone lentamente y crea humus ácido, lo que puede suponer una ventaja en medios con elevada erosionabilidad por la protección que da al suelo esta permanente capa de material en descomposición. Igual podría inferirse de encinas o alcornoques frente a quejigos.

Por tanto, la formación de una cubierta temprana es fundamental para el desarrollo inicial del suelo forestal. Esta cubierta formada por robles se puede alcanzar en un plazo de tiempo probablemente más largo que con la intermediación del pino o matorral, aunque  realmente no sea necesario finalmente, puede acortar el proceso.

En cuanto a la eficiencia de una u otra en el uso de los recursos de que disponen,  me atrevo a decir que ambos sistemas son igualmente eficientes.  Salvo que los comparemos de forma absoluta (por la riqueza absoluta que se mueve en el ecosistema), pues ambos están perfectamente adaptados a condiciones distintas, el pinar crea unas condiciones edáfica que le facilitan vivir en medios pobres y desaprovecharía cualquier excedente de nutrientes o agua. El robledal o encinar puede aprovechar más eficientemente suelos más ricos pero no tendría capacidad para subsistir y mantener esa fertilidad en suelos pobres.

Igualmente en un prado con tasas continuas y altas de reposición de nutrientes la vida del suelo está formada por una serie de organismos distintos y muy eficientes para estas formas de vida.
 
Prados de montaña en Somiedo (Asturias)
En conclusión todas estas formaciones son muy eficientes y por esto existen como formaciones permanentes. La modificación debe de ser bien estudiada, pues el resultado puede no ser  el esperado.




El repoblado de pino piñonero está cubierto de jara (foto superior, en Niebla).  El origen se encuentra en la misma preparación del suelo para la repoblación y las labores de mantenimiento especialmente para prevenir incendios que pueden rejuvenecer el jaral.  Respetando el suelo y la vegetación noble que aparecerá, la formación aparentemente alejada de la cabeza de serie (el alcornocal) es sin embargo diverso  y estable frente al fuego con especies rebrotadoras de cepa como lentisco,  mirto, acebuche, etc.(foto inferior en La Dehesa del Estero, Moguer)

Así, si resulta que entendemos que para convertir un pinar en un robledal basta con eliminar los pinos y plantar robles, no lo conseguiremos en primera estancia si el suelo es muy pobre. Si planteamos enriquecer el suelo en nutrientes, seguramente consigamos un efecto no tan positivo pues entraran bacterias, hongos y plantas más adaptados a estas condiciones propias de un medio con excedentes como el agrícola o ciertos prados, que no son las propias de un robledal.

Hay que recordar que las especies forestales prosperan mejor en suelos ácidos, especialmente en los moderadamente ácidos y es aquí donde también prosperan los microorganismos más importantes del suelo descomponedores  y hongos formadores de micorrizas. La eficiencia, entendido como la habilidad de los árboles para aprovechar de forma eficiente los escaso nutrientes del suelo es muy alta en cualquier formación permanente de coníferas o frondosas.

jueves, 7 de junio de 2018

EL ARBORETO DEL VILLAR






Entre la ciudad de  Huelva  y Almonte,  dentro de la comarca de Doñana,  podemos visitar en la localidad de Bonares el Arboreto del Villar. Se trata de una muestra de eucaliptos,  quizá la más importante de Europa con 75 ha y casi 50  especies distintas.




Su origen se remonta a los años 40 cuando se crearon arboretos como los  ubicados en El Acebuche, Los Cabezudos y El Loro para ensayar la potencial utilización de estos árboles. El del Villar es el único que se conserva íntegramente, siendo un elemento de gran valor educativo, histórico y botánico.

E. sideroxylon, el "palo de hierro"

Al visitante le sorprenderá la diversidad de formas, colores y aromas. Como el "palo de hierro" (E.sideroxylon);  el olor a limón de las hojas de (E.citriodora); el rojo de las flores de  E.ficifolia; los globosos frutos de E. calophylla; como  por el color de sus troncos (E.diversicolor); por su tamaño (E.grandis); o por el aspecto a corcho de su corteza.



Siempre abierto y gratuito, está habilitado para los visitantes con senderos que recorren la totalidad de las parcelas, dispone de una zona de estacionamiento y un pequeño merendero en donde se exponen varios paneles informativos sobre la historia del Arboretum, las especies presentes y el papel del eucalipto como género forestal ampliamente extendido en nuestro territorio.







El sendero dispone además de una completa señalización en las que se van identificando las diferentes especies existentes así como sus características y peculiaridades correspondientes.
E. citriodora, con hojas de olor a limón.
Resina





En el trabajo de E. SÁNCHEZ GULLÓN, J.M. CARABALLO MARTÍNEZ y  FEDERICO RUIZ (E. SÁNCHEZ, J. M. CARABALLO & F. RUÍZ  Bouteloua 6: 115-133 (XI-2009). ISSN 1988-4257) sobre el origen de estos arboretos de eucaliptos (https://www.researchgate.net/publication/228690329_Los_arboretos_de_eucaliptos_historicos_de_Huelva) se plantea que las primeras plantaciones de eucalipto las realizó la compañía inglesa propietaria de la mina de Riotinto  con la finalidad de obtener madera para  fabricar vigas  y traviesas para la línea férrea con la que se llevaba al puerto el mineral. Siendo así que nos remontamos al 1866, año de entrada de los británicos en Huelva.

Estos autores, cuentan la curiosa historia del que sería el primer arboreto en la provincia realizado en la finca de Sierra Cabello (San Bartolomé de la Torre) en 1918 por  José Duclós, propietario además de una serrería y calderas de esencias.  Para ello aprovecharía sus relaciones con un amigo inglés, a la razón residente  en Australia que habiendo vivido en España se había aficionado a los garbanzos españoles (Cicer arietinum). Siendo así que comenzó un intercambio de garbanzos por semillas de eucaliptos.

A Doñana llegaron los ecucaliptos en los años 30 con la compañía holandesa Sociedad Forestal de Villarejos (N.V. Handelsmaatscharppij Ibérica).
Aunque para la creación de los primeros arboretos con fines experimentales se contó con la actividad de la administración del Estado partiendo de la Ley de especies de repoblación de desarrollo rápido de  1926 y fundamentalmente por el “Plan Nacional de Repoblaciones Forestales” de 1940.

Una parcela
Brillante resina ambarina


Otra curiosidad  relativa a estos arboretos de Huelva es el papel que desde hace algunos años desempeñan para la conservación de los ejemplares de  “koala” (Phascolarctos cinereus) de los zoológicos españoles.  Este marsupial australiano tiene una dieta compuesta exclusivamente por hojas y brotes de aproximadamente unas 40 especies del género Eucalyptus, lo que hace que  los arboretos de eucaliptos de Huelva sean el único recurso de la geografía española capaz de asegurar el suministro ininterrumpido de su dieta.

Nota: Todas las fotos son del autor de este blog.

Un desastre totalmente previsible

  Dejando de lado la inoperancia política en la prevención así como una logística del desastre al nivel del tercer mundo, nos centraremos en...