Ya
hemos tratado la trascendental relación entre suelo y vegetación en medios
explotados como dehesas. Veamos ahora lo que ocurre en condiciones naturales
con la interacción entre vegetación y suelo forestal.
El
suelo poco formado limita al arbolado por la escasa cantidad de nutrientes
disponibles; aunque en el clima mediterráneo más por la escasa retención de
agua. Se sabe que la profundidad del enraizamiento está más relacionado con el
aprovechamiento de agua que de nutrientes, que están concentrados en la zona de actividad de los organismos del
suelo o la parte humificada de éste.
Preparación del suelo previo a la repoblación. Se elimina la competencia para el repoblado pero en la restauración ecológica estamos favoreciendo a la competencia no deseada como las jaras. |
Lógicamente
la riqueza del suelo está íntimamente vinculado con la vegetación. En gran
medida los nutrientes están dentro del humus del suelo y este ha sido formado
por la cubierta vegetal. Se puede decir
que hay humus más ácidos y pobres en bases tipo mor o humus más ricos en bases
tipo mull. La roca puede determinar el tipo de vegetación que se formará y el
tipo de suelo, hasta cierto punto. Que predomine un tipo u otro de humus
depende de la cubierta. Se puede decir que rocas ácidas como el granito
asientan vegetación como pinares que tienden a formar suelos ácidos, y también
que los pinares forman suelos ácidos. Pero entonces ¿es la reacción
ácida de la roca la que determina que se asienten pinares o son los pinares los
que determinan la acidez del suelo?
En
realidad sobre suelos graníticos se pueden formar bosques de pinos o de robles,
y sus suelos podrán ser distintos a pesar del origen común. Achacar la pobreza
a la vegetación presente significa no entender los mecanismos de progresión de
los ecosistemas.
Un
mismo material parental posibilita suelos distintos según la vegetación que se
asiente, no obstante que se alcance un tipo u otro de vegetación puede entrañar
más o menos dificultad. Siguiendo con el
ejemplo del granito, el material parental de esta roca que se disgrega como su
nombre indica determina la formación de suelos arenosos que al ser una roca de
elevado contenido en sílice se denomina
como "ácida”. Estos suelos
arenosos y pobres en bases son colonizados preferentemente por los pinos y
formarán un suelo ácido como no podía ser de otro modo. Pero en una situación
ideal el pinar puede enriquecerse fijando cada vez más nutrientes por robles
como el melojo que pueden extraer bases del sustrato parental con más eficacia
que el pino y finalmente llegar a formarse un suelo mejor bajo un robledal.
La
evolución del suelo depende de muchos factores que tienen que ver con la capacidad para
asentarse una vegetación más exigente o no dependiendo de la situación
orográfica y del clima (por descontado, también la perturbación humana). El mismo suelo puede formarse con una
alteración de la roca muy rápida o lenta, el lavado del suelo, la temperatura,
la pendiente, etc. A veces el condicionante del medio es muy importante y la
vegetación permanente no alcanza el optimo climático pues el suelo no puede
mejorar.
Incluso
etapas finales del bosque que debido al clima pueden superponerse, en determinado lugar presentan diferencias que
explican la sustitución o dominancia de un arbolado sobre otro. En un estudio
de los suelos en el Parque Natural de Los Alcornocales en Cádiz se pudo
demostrar que los suelos bajo el quejigo moruno o roble andaluz (Q. canariensis) eran más ricos en bases que
los que estaban bajo el alcornoque ( Q. suber). Entonces el alcornocal podrá ser sustituido
por el quejigal cuando el suelo aumente en eficiencia, esto sin embargo
dependerá de la misma entrada de la especie
Q. canariensis, pues son sus mismos despojos los que forman un suelo más
rico y no por el material de partida que en esta zona es ya de por si bastante
pobre (areniscas del Aljibe).
La
explicación se encuentra en la naturaleza de la cubierta vegetal y no tanto en
el material parental del suelo. El desfronde del quejigo produce una relación
C/N menor y también una mayor riqueza en bases, lo que es coherente con una
especie más competitiva que tiene un mayor crecimiento. Por tanto una vegetación
dominante más competitiva mantiene un
suelo más rico pero también necesita de que ese suelo se haya formado; en tanto
no se dan estas circunstancias el suelo no podrá sustentar más que bosques más
adaptados a limitaciones como ocurre con los pinares en muchas zonas de
montaña.
Es
interesante reflexionar sobre como una formación frugal como el pinar puede dar
paso a una formación considerada potencial de quercíneas cuando la fertilidad
del suelo es un limitante. El modelo de facilitación no tendría porque funcionar en este caso, el
pinar no crearía las condiciones necesarias para el establecimiento del
robledal, al contrario, sería el robledal el que creara estas condiciones. Lo
que ocurre es que el proceso de cambio de vegetación sería progresivo.
La
cuestión es que el mismo proceso puede ser desencadenado por la misma
vegetación o especie, el roble puede también establecerse en el material
parental y mejorar lentamente las condiciones del suelo. A este modelo se le
llama autosucesión, pues puesto en marcha por las propias especies que acaban
como cabeza de serie.
En
el ámbito mediterráneo este modelo de autosucesión es extensible a muchas
series, por ejemplo encinares que llegan a medrar en roquedos. También aquí se
dan paradojas como que el clima sea potencial para el desarrollo de una especie
mesofila como el quejigo y la etapa permanente sea un encinar, y que este se
forme directamente sobre el suelo parental; la explicación es que el material
parental no tiene más limitación que la hídrica y probablemente la pendiente y
una exposición en solana acentúe más el carácter xerófilo del hábitat a pesar
de la elevada pluviometría. Estos suelo ricos en bases pero duros y con poco
desarrollo, soportan una vegetación de frondosas xerófilas con carácter estable
junto a mesofilas solo por las xeromorfia impuesta por el medio.
Melojar (Quercus pyrenaica) en Castaño del Robledo (Huelva) desarrollándose en un roquedo, modelo de autosucesión. |
De
igual modo ocurre con muchos lugares en los que la excesiva permeabilidad o
escasa fertilidad hace que los pinares constituyan formaciones permanentes.
Una
consideración importante es que, si bien los suelos formados por frondosas
mesófilas son más ricos, y también más activos; la capacidad de los robles de
mantener la fertilidad del suelo en condiciones pioneras es reducida.
Difícilmente se crea la necesaria cubierta que compense o evite la pérdida de
nutrientes. Por contra, los pinares pueden en las mismas condiciones conseguir
una cubierta importante, formada por una
hojarasca que se descompone lentamente y crea humus ácido, lo que puede suponer
una ventaja en medios con elevada erosionabilidad por la protección que da al
suelo esta permanente capa de material en descomposición. Igual podría
inferirse de encinas o alcornoques frente a quejigos.
Por
tanto, la formación de una cubierta temprana es fundamental para el desarrollo
inicial del suelo forestal. Esta cubierta formada por robles se puede alcanzar
en un plazo de tiempo probablemente más largo que con la intermediación del
pino o matorral, aunque realmente no sea
necesario finalmente, puede acortar el proceso.
En
cuanto a la eficiencia de una u otra en el uso de los recursos de que disponen,
me atrevo a decir que ambos sistemas son
igualmente eficientes. Salvo que los
comparemos de forma absoluta (por la riqueza absoluta que se mueve en el
ecosistema), pues ambos están perfectamente adaptados a condiciones distintas,
el pinar crea unas condiciones edáfica que le facilitan vivir en medios pobres
y desaprovecharía cualquier excedente de nutrientes o agua. El robledal o
encinar puede aprovechar más eficientemente suelos más ricos pero no tendría
capacidad para subsistir y mantener esa fertilidad en suelos pobres.
Igualmente
en un prado con tasas continuas y altas de reposición de nutrientes la vida del
suelo está formada por una serie de organismos distintos y muy eficientes para
estas formas de vida.
En
conclusión todas estas formaciones son muy eficientes y por esto existen como
formaciones permanentes. La modificación debe de ser bien estudiada, pues el
resultado puede no ser el esperado.
El
repoblado de pino piñonero está cubierto de jara (foto superior, en Niebla). El origen se encuentra en la misma
preparación del suelo para la repoblación y las labores de mantenimiento
especialmente para prevenir incendios que pueden rejuvenecer el jaral. Respetando el suelo y la vegetación noble que
aparecerá, la formación aparentemente alejada de la cabeza de serie (el alcornocal) es sin embargo diverso y estable frente al fuego con especies rebrotadoras de
cepa como lentisco, mirto, acebuche,
etc.(foto inferior en La Dehesa del Estero, Moguer)
Hay
que recordar que las especies forestales prosperan mejor en suelos ácidos,
especialmente en los moderadamente ácidos y es aquí donde también prosperan los
microorganismos más importantes del suelo descomponedores y hongos formadores de micorrizas. La
eficiencia, entendido como la habilidad de los árboles para aprovechar de forma
eficiente los escaso nutrientes del suelo es muy alta en cualquier formación
permanente de coníferas o frondosas.
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