martes, 12 de junio de 2018

INTERACCIÓN NATURAL ENTRE SUELO Y VEGETACIÓN


Ya hemos tratado la trascendental relación entre suelo y vegetación en medios explotados como dehesas. Veamos ahora lo que ocurre en condiciones naturales con la interacción entre vegetación y suelo forestal.

El suelo poco formado limita al arbolado por la escasa cantidad de nutrientes disponibles; aunque en el clima mediterráneo más por la escasa retención de agua. Se sabe que la profundidad del enraizamiento está más relacionado con el aprovechamiento de agua que de nutrientes,  que están concentrados  en la zona de actividad de los organismos del suelo o la parte humificada de éste.
 
Preparación del suelo previo a la repoblación. Se  elimina la competencia para el repoblado pero en la restauración ecológica  estamos favoreciendo a la competencia no deseada como  las jaras.
Lógicamente la riqueza del suelo está íntimamente vinculado con la vegetación. En gran medida los nutrientes están dentro del humus del suelo y este ha sido formado por la cubierta vegetal.  Se puede decir que hay humus más ácidos y pobres en bases tipo mor o humus más ricos en bases tipo mull. La roca puede determinar el tipo de vegetación que se formará y el tipo de suelo, hasta cierto punto. Que predomine un tipo u otro de humus depende de la cubierta. Se puede decir que rocas ácidas como el granito asientan vegetación como pinares que tienden a formar suelos ácidos,  y también  que los pinares forman suelos ácidos. Pero entonces ¿es la reacción ácida de la roca la que determina que se asienten pinares o son los pinares los que determinan la acidez del suelo?

En realidad sobre suelos graníticos se pueden formar bosques de pinos o de robles, y sus suelos podrán ser distintos a pesar del origen común. Achacar la pobreza a la vegetación presente significa no entender los mecanismos de progresión de los ecosistemas.
Un mismo material parental posibilita suelos distintos según la vegetación que se asiente, no obstante que se alcance un tipo u otro de vegetación puede entrañar más o menos dificultad.  Siguiendo con el ejemplo del granito, el material parental de esta roca que se disgrega como su nombre indica determina la formación de suelos arenosos que al ser una roca de elevado contenido en sílice se denomina  como "ácida”.  Estos suelos arenosos y pobres en bases son colonizados preferentemente por los pinos y formarán un suelo ácido como no podía ser de otro modo. Pero en una situación ideal el pinar puede enriquecerse fijando cada vez más nutrientes por robles como el melojo que pueden extraer bases del sustrato parental con más eficacia que el pino y finalmente llegar a formarse un suelo mejor bajo un robledal.

La evolución del suelo depende de muchos factores que  tienen que ver con la capacidad para asentarse una vegetación más exigente o no dependiendo de la situación orográfica y del clima (por descontado, también la perturbación humana).  El mismo suelo puede formarse con una alteración de la roca muy rápida o lenta, el lavado del suelo, la temperatura, la pendiente, etc. A veces el condicionante del medio es muy importante y la vegetación permanente no alcanza el optimo climático pues el suelo no puede mejorar.

Incluso etapas finales del bosque que debido al clima pueden superponerse,  en determinado lugar presentan diferencias que explican la sustitución o dominancia de un arbolado sobre otro. En un estudio de los suelos en el Parque Natural de Los Alcornocales en Cádiz se pudo demostrar que los suelos bajo el quejigo moruno o roble andaluz  (Q. canariensis) eran más ricos en bases que los que estaban bajo el alcornoque ( Q. suber).  Entonces el alcornocal podrá ser sustituido por el quejigal cuando el suelo aumente en eficiencia, esto sin embargo dependerá de la misma entrada de la especie  Q. canariensis, pues son sus mismos despojos los que forman un suelo más rico y no por el material de partida que en esta zona es ya de por si bastante pobre (areniscas del Aljibe).

La explicación se encuentra en la naturaleza de la cubierta vegetal y no tanto en el material parental del suelo. El desfronde del quejigo produce una relación C/N menor y también una mayor riqueza en bases, lo que es coherente con una especie más competitiva que tiene un mayor crecimiento. Por tanto una vegetación dominante  más competitiva mantiene un suelo más rico pero también necesita de que ese suelo se haya formado; en tanto no se dan estas circunstancias el suelo no podrá sustentar más que bosques más adaptados a limitaciones como ocurre con los pinares en muchas zonas de montaña.

Es interesante reflexionar sobre como una formación frugal como el pinar puede dar paso a una formación considerada potencial de quercíneas cuando la fertilidad del suelo es un limitante. El modelo de facilitación  no tendría porque funcionar en este caso, el pinar no crearía las condiciones necesarias para el establecimiento del robledal, al contrario, sería el robledal el que creara estas condiciones. Lo que ocurre es que el proceso de cambio de vegetación sería progresivo.

La cuestión es que el mismo proceso puede ser desencadenado por la misma vegetación o especie, el roble puede también establecerse en el material parental y mejorar lentamente las condiciones del suelo. A este modelo se le llama autosucesión, pues puesto en marcha por las propias especies que acaban como cabeza de serie.

En el ámbito mediterráneo este modelo de autosucesión es extensible a muchas series, por ejemplo encinares que llegan a medrar en roquedos. También aquí se dan paradojas como que el clima sea potencial para el desarrollo de una especie mesofila como el quejigo y la etapa permanente sea un encinar, y que este se forme directamente sobre el suelo parental; la explicación es que el material parental no tiene más limitación que la hídrica y probablemente la pendiente y una exposición en solana acentúe más el carácter xerófilo del hábitat a pesar de la elevada pluviometría. Estos suelo  ricos en bases pero duros y con poco desarrollo, soportan una vegetación de frondosas xerófilas con carácter estable junto a mesofilas solo por las xeromorfia impuesta por el medio.
 
Melojar (Quercus pyrenaica) en Castaño del Robledo (Huelva) desarrollándose en un roquedo, modelo de autosucesión. 
De igual modo ocurre con muchos lugares en los que la excesiva permeabilidad o escasa fertilidad hace que los pinares constituyan formaciones permanentes.

Pinares varias veces centenarios  de Pinus nigra ssp salzmannii en la Sierra del Pozo (Cazorla). Formación forestal permanente  desde finales de la era terciaria en calizas  duras  y dolomías de la alta montaña mediterránea.

Una consideración importante es que, si bien los suelos formados por frondosas mesófilas son más ricos, y también más activos; la capacidad de los robles de mantener la fertilidad del suelo en condiciones pioneras es reducida. Difícilmente se crea la necesaria cubierta que compense o evite la pérdida de nutrientes. Por contra, los pinares pueden en las mismas condiciones conseguir una cubierta importante,  formada por una hojarasca que se descompone lentamente y crea humus ácido, lo que puede suponer una ventaja en medios con elevada erosionabilidad por la protección que da al suelo esta permanente capa de material en descomposición. Igual podría inferirse de encinas o alcornoques frente a quejigos.

Por tanto, la formación de una cubierta temprana es fundamental para el desarrollo inicial del suelo forestal. Esta cubierta formada por robles se puede alcanzar en un plazo de tiempo probablemente más largo que con la intermediación del pino o matorral, aunque  realmente no sea necesario finalmente, puede acortar el proceso.

En cuanto a la eficiencia de una u otra en el uso de los recursos de que disponen,  me atrevo a decir que ambos sistemas son igualmente eficientes.  Salvo que los comparemos de forma absoluta (por la riqueza absoluta que se mueve en el ecosistema), pues ambos están perfectamente adaptados a condiciones distintas, el pinar crea unas condiciones edáfica que le facilitan vivir en medios pobres y desaprovecharía cualquier excedente de nutrientes o agua. El robledal o encinar puede aprovechar más eficientemente suelos más ricos pero no tendría capacidad para subsistir y mantener esa fertilidad en suelos pobres.

Igualmente en un prado con tasas continuas y altas de reposición de nutrientes la vida del suelo está formada por una serie de organismos distintos y muy eficientes para estas formas de vida.
 
Prados de montaña en Somiedo (Asturias)
En conclusión todas estas formaciones son muy eficientes y por esto existen como formaciones permanentes. La modificación debe de ser bien estudiada, pues el resultado puede no ser  el esperado.




El repoblado de pino piñonero está cubierto de jara (foto superior, en Niebla).  El origen se encuentra en la misma preparación del suelo para la repoblación y las labores de mantenimiento especialmente para prevenir incendios que pueden rejuvenecer el jaral.  Respetando el suelo y la vegetación noble que aparecerá, la formación aparentemente alejada de la cabeza de serie (el alcornocal) es sin embargo diverso  y estable frente al fuego con especies rebrotadoras de cepa como lentisco,  mirto, acebuche, etc.(foto inferior en La Dehesa del Estero, Moguer)

Así, si resulta que entendemos que para convertir un pinar en un robledal basta con eliminar los pinos y plantar robles, no lo conseguiremos en primera estancia si el suelo es muy pobre. Si planteamos enriquecer el suelo en nutrientes, seguramente consigamos un efecto no tan positivo pues entraran bacterias, hongos y plantas más adaptados a estas condiciones propias de un medio con excedentes como el agrícola o ciertos prados, que no son las propias de un robledal.

Hay que recordar que las especies forestales prosperan mejor en suelos ácidos, especialmente en los moderadamente ácidos y es aquí donde también prosperan los microorganismos más importantes del suelo descomponedores  y hongos formadores de micorrizas. La eficiencia, entendido como la habilidad de los árboles para aprovechar de forma eficiente los escaso nutrientes del suelo es muy alta en cualquier formación permanente de coníferas o frondosas.

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