domingo, 12 de julio de 2015

UN MODELO DE FUTURO PARA LA DEHESA

Solo hay una manera de hacer sostenible a la dehesa y es volviendo a un modelo tradicional que hoy no parece satisfacer las demandas de  toda una pléyade de intereses:  propietarios, gestores, técnicos, cazadores, viveros, empresas del sector agrícola y ganadero,  administraciones públicas, agentes sociales, etc.


La otra opción es la de continuar con la “modernización” de la gestión de la dehesa por la que todo el mundo apuesta a pesar de que puede ser un callejón sin salida.


El enfoque  oficial que se da al deterioro de la dehesa no viene del conservacionismo, sino de los sectores con intereses económicos ligados a este sistema.  Resulta así que la pérdida del arbolado no parece que fuese un síntoma de la degradación irreversible de nuestras dehesas; sino la causa de esta degradación.

En definitiva lo que preocupa es la pérdida de la función económica de la dehesa y no tanto la función ambiental;  la permanencia de arbolado más que la sostenibilidad natural de éste. La solución dada a este problema es tan poco ingeniosa que ya es conocida por nuestros antepasados desde hace miles de años: la plantación de variedades resistentes. Por tanto el modelo futuro es el de una dehesa similar a un cultivo de secano tradicional como el olivar o almendro; pero tampoco se puede descartar dar un salto hacía delante más, pues también era impensable que el almendro se cultivará en regadío de forma intensiva y ahí lo tenemos. Todo depende, se dice, del mercado; en realidad todo depende de la política que es la que crea las ayudas.

El problema es que todo lo que depende de “políticas” tiene corto recorrido y puede que en un futuro este modelo de dehesa “no sea rentable” y se produzca una crisis  de consecuencias ambientales impredecible.



De todas formas es impensable que este modelo sea aplicable a todo el monte hoy adehesado. Las dehesas están situadas en lugares con condiciones del medio  más favorables o menos para estas practicas. Allí donde el suelo sea profundo y no haya riesgos de elevada erosión, solo la imposición por normativa (ordenación del territorio) podrá impedir que los propietarios continúen con este sucedáneo agrícola  sometido a una administración forestal que les resulta tan fastidiosa,  y no apuesten por cultivos agrícolas más rentable con una gestión sin los limites de la legislación  forestal.

Por el contrario, en muchos lugares sometidos a fuerte erosión, y clima seco el futuro se ve muy comprometido y quizá acaben abandonándose y el uso forestal sea residual o  con una finalidad protectora como repoblaciones de pinar o matorral. Aunque,  siempre cabe la salvación para el propietario del cultivo agrícola incluso aquí mediante la subvención; desgraciadamente a corto plazo en el medio mediterráneo incluso la peor agricultura siempre es más ventajosa para el propietario que el uso forestal. 
A largo plazo todo es posible y el abandono generará problemas ambientales trascendentes en el futuro. Quiero recordar  que, como consecuencia del abandono de los viñedos por la filoxera, la ciudad de Málaga sufrió  las peores riadas que se recuerdan que motivaron un ambicioso plan de reforestación en lo que hoy es el Parque Natural de los Montes de Málaga.

Fuera de esta realidad es posible que queden dehesas sostenibles, ubicadas en lugares con suelo y clima favorables. Las medidas tomadas para mantener estas dehesas  buscan compatibilizar  los usos intensivos y la flexibilidad  de la moderna gestión de la dehesa.

En la practica, se subvenciona la plantación del arbolado con la colocación de aparatosos (antiestéticos)  protectores que, a veces, son insuficientes para soportar la carga del ganado vacuno. Además, estas plantaciones no evitan la compactación del suelo alrededor de la base  del arbolito, por lo que suelen ser un fracaso.

Las bases para una gestión sostenible de la dehesa basada en la ordenación de montes sería el uso de métodos tradicionales adaptados a la dehesa que conllevan el  mantener acotado durante un tiempo una parte de  la finca para su regeneración, como puede ser ciertos rodales distribuidos por todo el monte en el método de entresaca o un tramo en regeneración en el método de tramo móvil. Usar estos métodos en fincas pequeñas es inviable y el periodo de regeneración (el mínimo establecido para encina y alcornoque es de 40 años) desde el punto de vista de la gestión agrícola es mucho tiempo.

El método más sencillo es el del tramo móvil. El periodo en regeneración establecido puede ser ampliado. Precisamente “móvil” significa que hay una flexibilidad  para alargar este periodo si fuese necesario.

Regenerar podría ser el plazo en el que tenemos un nuevo arbolado después de su plantación. Desde un punto de vista más conservador, mejor sería entender como el tiempo necesario para que se recuperase el ecosistema de forma natural  ya sea, o no,  con la ayuda de plantación o siembra de bellotas. En todo caso debería de garantizarse la adaptación genética del regenerado. Para ello el tramo en regeneración ha de permanecer acotado al ganado, aunque no es necesario evitar la entrada del ganado durante tanto tiempo, solamente durante los primeros  años y luego se podría hacer el aprovechamiento temporal y controlado del pasto por ganado ovino y las  bellota por cochinos.

Habría que tener en cuenta la carga cinegética, el cerramiento ganadero no impide el paso de los ciervos y el exceso de carga cinegética dificultará la regeneración, en principio el uso de cerramiento cinegéticos es inviable por su carestía.

Sería  aconsejable que además del regenerado del arbolado se dejara en esta fase el crecimiento de arbustos nobles a densidades iniciales altas, buscando una rápida cubierta constructora.  En suelos muy degradados la presencia de matorral serial podría ser un problema, y ralentizar el proceso mucho.

Esta manera de proceder es aconsejable para restablecer plenamente las funciones ecológicas del suelo pero también para mejorar la naturalidad del regenerado según explico a continuación.

La plantación o siembra acompañada de laboreos y desbroces presentan unos problemas de falta de naturalidad del regenerado resultante que pueden condicionar la salud del arbolado futuro. Lo que buscamos es dejar a la naturaleza hacer, con el convencimiento que difícilmente podemos superarla. En primer lugar interesaría un abundante regenerado para que la competencia ayude a seleccionar  las mejoras plantas en este proceso inicial (primeros años) y una mejora de las condiciones ambientales a través de  la cobertura rápida de matorral noble y arbolado que favorecen al suelo con su hojarasca y raíces, ayudando a una correcta micorrización. En este sentido, los primeros árboles en regenerarse gozarán de una ventaja inicial por falta de competencia, que se perderá al cabo de un tiempo con  los que nazcan posteriormente con condiciones edáficas mejores.  Debe recordarse que en el proceso de formación natural de encinas y alcornoques, estos árboles permanecen durante años en una aparente estado de espera, pues crecen muy poco; realmente centran su desarrollo en la formación de un potente sistema radical. Los enemigos en esta fase son los herbívoros, la fuerte insolación del verano, el viento desecante, enfermedades y plagas. A falta de cobertura de árboles padres, la presencia del matorral da protección a este regenerado frente a estos daños,  y a la larga le beneficia, por lo que generalmente los desbroces continuados y no selectivos no son aconsejables.


Finalmente, los tratamientos principales serian las podas de formación del arbolado joven  y cortas de mejora para ajustar la densidad (claras), o eliminar competencia (desbroces o cortas de liberación de grandes arbustos). 

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