Solo hay una manera de hacer sostenible a la dehesa y es volviendo a
un modelo tradicional que hoy no parece satisfacer las demandas de toda una pléyade de intereses: propietarios, gestores, técnicos, cazadores,
viveros, empresas del sector agrícola y ganadero, administraciones públicas, agentes sociales,
etc.
La otra opción es la de continuar con la “modernización” de la gestión de la dehesa por la que todo el mundo apuesta a pesar de que puede ser un callejón sin salida.
El enfoque oficial que se da al
deterioro de la dehesa no viene del conservacionismo, sino de los sectores con
intereses económicos ligados a este sistema.
Resulta así que la pérdida del arbolado no parece que fuese un síntoma
de la degradación irreversible de nuestras dehesas; sino la causa de esta
degradación.
En definitiva lo que preocupa es la pérdida de la función económica de
la dehesa y no tanto la función ambiental;
la permanencia de arbolado más que la sostenibilidad natural de éste. La
solución dada a este problema es tan poco ingeniosa que ya es conocida por
nuestros antepasados desde hace miles de años: la plantación de variedades
resistentes. Por tanto el modelo futuro es el de una dehesa similar a un
cultivo de secano tradicional como el olivar o almendro; pero tampoco se puede
descartar dar un salto hacía delante más, pues también era impensable que el
almendro se cultivará en regadío de forma intensiva y ahí lo tenemos. Todo
depende, se dice, del mercado; en realidad todo depende de la política que es
la que crea las ayudas.
El problema es que todo lo que depende de “políticas” tiene corto
recorrido y puede que en un futuro este modelo de dehesa “no sea rentable” y se
produzca una crisis de consecuencias
ambientales impredecible.
De todas formas es impensable que este modelo sea aplicable a todo el
monte hoy adehesado. Las dehesas están situadas en lugares con condiciones del
medio más favorables o menos para estas
practicas. Allí donde el suelo sea profundo y no haya riesgos de elevada
erosión, solo la imposición por normativa (ordenación del territorio) podrá
impedir que los propietarios continúen con este sucedáneo agrícola sometido a una administración forestal que
les resulta tan fastidiosa, y no
apuesten por cultivos agrícolas más rentable con una gestión sin los limites de
la legislación forestal.
Por el contrario, en muchos lugares sometidos a fuerte erosión, y
clima seco el futuro se ve muy comprometido y quizá acaben abandonándose y el
uso forestal sea residual o con una
finalidad protectora como repoblaciones de pinar o matorral. Aunque, siempre cabe la salvación para el propietario
del cultivo agrícola incluso aquí mediante la subvención; desgraciadamente a
corto plazo en el medio mediterráneo incluso la peor agricultura siempre es más
ventajosa para el propietario que el uso forestal.
A largo plazo todo es posible y el abandono generará problemas
ambientales trascendentes en el futuro. Quiero recordar que, como consecuencia del abandono de los
viñedos por la filoxera, la ciudad de Málaga sufrió las peores riadas que se recuerdan que
motivaron un ambicioso plan de reforestación en lo que hoy es el Parque Natural
de los Montes de Málaga.
Fuera de esta realidad es posible que queden dehesas sostenibles,
ubicadas en lugares con suelo y clima favorables. Las medidas tomadas para
mantener estas dehesas buscan
compatibilizar los usos intensivos y la
flexibilidad de la moderna gestión de la
dehesa.
En la practica, se subvenciona la plantación del arbolado con la
colocación de aparatosos (antiestéticos)
protectores que, a veces, son insuficientes para soportar la carga del
ganado vacuno. Además, estas plantaciones no evitan la compactación del suelo
alrededor de la base del arbolito, por
lo que suelen ser un fracaso.
Las bases para una gestión sostenible de la dehesa basada en la
ordenación de montes sería el uso de métodos tradicionales adaptados a la
dehesa que conllevan el mantener acotado
durante un tiempo una parte de la finca
para su regeneración, como puede ser ciertos rodales distribuidos por todo el
monte en el método de entresaca o un tramo en regeneración en el método de
tramo móvil. Usar estos métodos en fincas pequeñas es inviable y el periodo de
regeneración (el mínimo establecido para encina y alcornoque es de 40 años)
desde el punto de vista de la gestión agrícola es mucho tiempo.
El método más sencillo es el del tramo móvil. El periodo en
regeneración establecido puede ser ampliado. Precisamente “móvil” significa que
hay una flexibilidad para alargar este
periodo si fuese necesario.
Regenerar podría ser el plazo en el que tenemos un nuevo arbolado
después de su plantación. Desde un punto de vista más conservador, mejor sería
entender como el tiempo necesario para que se recuperase el ecosistema de forma
natural ya sea, o no, con la ayuda de plantación o siembra de
bellotas. En todo caso debería de garantizarse la adaptación genética del
regenerado. Para ello el tramo en regeneración ha de permanecer acotado al
ganado, aunque no es necesario evitar la entrada del ganado durante tanto
tiempo, solamente durante los primeros
años y luego se podría hacer el aprovechamiento temporal y controlado
del pasto por ganado ovino y las bellota
por cochinos.
Habría que tener en cuenta la carga cinegética, el cerramiento
ganadero no impide el paso de los ciervos y el exceso de carga cinegética
dificultará la regeneración, en principio el uso de cerramiento cinegéticos es
inviable por su carestía.
Sería aconsejable que además
del regenerado del arbolado se dejara en esta fase el crecimiento de arbustos
nobles a densidades iniciales altas, buscando una rápida cubierta constructora.
En suelos muy degradados la presencia de
matorral serial podría ser un problema, y ralentizar el proceso mucho.
Esta manera de proceder es aconsejable para restablecer plenamente las
funciones ecológicas del suelo pero también para mejorar la naturalidad del
regenerado según explico a continuación.
La plantación o siembra acompañada de laboreos y desbroces presentan
unos problemas de falta de naturalidad del regenerado resultante que pueden
condicionar la salud del arbolado futuro. Lo que buscamos es dejar a la
naturaleza hacer, con el convencimiento que difícilmente podemos superarla. En
primer lugar interesaría un abundante regenerado para que la competencia ayude
a seleccionar las mejoras plantas en
este proceso inicial (primeros años) y una mejora de las condiciones
ambientales a través de la cobertura
rápida de matorral noble y arbolado que favorecen al suelo con su hojarasca y
raíces, ayudando a una correcta micorrización. En este sentido, los primeros
árboles en regenerarse gozarán de una ventaja inicial por falta de competencia,
que se perderá al cabo de un tiempo con
los que nazcan posteriormente con condiciones edáficas mejores. Debe recordarse que en el proceso de
formación natural de encinas y alcornoques, estos árboles permanecen durante
años en una aparente estado de espera, pues crecen muy poco; realmente centran
su desarrollo en la formación de un potente sistema radical. Los enemigos en
esta fase son los herbívoros, la fuerte insolación del verano, el viento
desecante, enfermedades y plagas. A falta de cobertura de árboles padres, la
presencia del matorral da protección a este regenerado frente a estos
daños, y a la larga le beneficia, por lo
que generalmente los desbroces continuados y no selectivos no son aconsejables.
Finalmente, los tratamientos principales serian las podas de formación
del arbolado joven y cortas de mejora para
ajustar la densidad (claras), o eliminar competencia (desbroces o cortas de
liberación de grandes arbustos).
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