En
el año hidrológico 1994-1995 fue el punto culminante de una larga sequía, la
precipitación media en la ciudad de Huelva apenas superó los 250 mm, la mitad
del año hidrológico medio; en el siguiente, 1995-1996, la lluvia caída rebasó los
1000 mm.
Una
de las consecuencias de la sequía fue la aparición de focos de plagas de
perforadores en los pinares costeros de la provincia. Uno de ellos fue un pequeño pinar en el entorno de La
Rábida, en Palos de la Frontera, lugar que acoge cada año, a finales de agosto,
la romería de la patrona.
Durante el verano de 1995, la plaga fue acabando con la vida de un número
cada vez mayor de árboles, entre los que
se encontraban los más grandes, viejos y singulares del paraje. Ante la
preocupación de los vecinos el Ayuntamiento promovió una actuación urgente de
la que este técnico se hizo cargo. Valorada la situación se propuso realizar
una actuación integral, y no únicamente la retirada, tratamiento y reposición
de los árboles.
A mediados de agosto se señalan las parcelas para la Romería. |
Diagnóstico general:
Aunque el pino piñonero (Pinus pinea) es una especie natural del entorno de La
Rábida, el origen concreto de este pinar se desconoce, parece proceder de
antiguas siembras, sin tratamientos posteriores. Durante el boom del eucalipto se realizaron
plantaciones que abandonadas fueron colonizadas de forma natural por el pino
piñonero y por una exigua cubierta de
matorral de mirto, acebuche, lentisco, e incluso algún ejemplar de alcornoque.
El
abandono era manifiesto por la presencia
de las ramas gruesas con la madera carcomida o con muñones desgarrados de
antiguas roturas traumáticas. Los situados en condiciones más favorables junto
a la carretera, tenían tal acumulo de ramas y pinocha en la cruz, que incluso
ocultaban totalmente el paso de la luz
del sol Al contrario, dentro del recinto romero, las copas de los pinos apenas si sombreaban
con un follaje de la temporada corto y amarillento.
El
conteo de los anillos del tronco de los árboles secos cortados reveló una edad de alrededor de 120 años para
los ejemplares más viejos. Habiendo importantes diferencias de grosor del
tronco según la posición de los árboles, debido a las limitaciones edáficas del
suelo. Aunque parte del suelo está formado en superficie por cantos rodados en
una matriz arenosa-limosa; a escasa profundidad y aflorando en las zonas
expuestas a erosión (laderas) hay una dura y compacta arcilla roja nada
adecuada para el desarrollo del pino.
En
esta zona abundan las canteras en donde se aprovechan estos materiales groseros
superficiales. Alguien me sugirió que en el mismo pinar, no mucho antes, habían sido extraído áridos para las obras
cercanas. Sea esto cierto o no, lo evidente es que en la parte más alta podría
haberse rebajado, en fechas recientes, la cota del terreno cerca de un metro,
como lo atestiguan las expuestas raíces de los viejos pinos.
No
obstante, la mayoría de los árboles tienen cierto grado de descalce que debe de
relacionarse con cierta remoción del suelo,
al menos por el uso durante la romería y principalmente por la gran
cantidad de caballos que suelen amarrarse a los troncos.
En
el año 1994, no sólo un mal suelo y una
sequía estaban matando a los pinos. Para mejor asentar los llamados “ranchos” o
casetas de romería, se habían ido añadiendo aportaciones de un material
impermeable de zahorras, niveladas y compactadas. Con el tiempo, la búsqueda
del mayor confort de los romeros se había convertido en una carga insoportable
para el mantenimiento del pinar.
La sequía y la afixia de las raíces llevó al
arbolado al límite de su resistencia.
Los
daños secundarios que sufrían estos árboles eran el desgarro de ramas muy gruesas,
el descortezado en la base del tronco por el pisoteo de los caballos
y soportar la elevada carga de la
romería: deyecciones de los caballos,
vertidos diversos del aseo y limpieza con detergentes, etc. Todo esto
ocurría a finales de agosto, justo antes de la época más lluviosa en la que el suelo debía
recargarse de humedad necesaria para reactivar la vida.
Estado
sanitario:
Como
pasó entonces, hoy los escolítidos
atacan las ramillas de los árboles durante el verano; se observan algunos
ramillos secos pero apenas queda rastro de estos daños. Están presentes sin dañar mucho a los árboles, podríamos
decir que a la espera de que se presente la debilidad en los árboles que les
permita penetrar y desarrollarse bajo la corteza de los troncos, en la gran
zona de crecimiento diametral o cambium, entonces las galerías en forma de
espina de pez, con larvas al final de cada una de ellas acaban con la vida del
árbol. Cuando se produce la plaga, es decir, cuando se dispara la reproducción
de escarabajos, la presión sobre los debilitados árboles es muy intensa, los
árboles moribundos presentan abundantes salidas de una resina con aspecto de
cera que indica lo puntos de entrada de los insectos. Tras una indagación en la bibliografía,
llegue a la conclusión que se trataba de Tomicus destruens; estos escarabajos
no dejaron de volar durante aquel invierno templado y húmedo del año 1995
infectando nuevos árboles.
Tratamiento
sanitario:
Los
árboles además presentaban un fuerte ataque de la cochinilla Leucaspis
pini y de un desconocido pulgón oscuro
de gran tamaño. Para tratar estos se utilizó un
insecticida a base de piretroides.
Para
los perforadores se utilizaron troncos y ramas
cebo para atraer las puestas que
posteriormente junto con todas las leñas
de podas y cortas eran quemados. Los grandes árboles cortados fueron
inmediatamente descortezados y tratados con insecticida antes de ser
retirados para el aprovechamiento de su
madera.
En
primavera, los árboles moribundos fueron cortados dado que no había posibilidad
de salvarlos y eran difusores de los escolítidos perforadores. Una decisión
criticada por algunos vecinos, pues a
ojos del profano se cortaban árboles aún vivos.
Curioso. Este árbol ha sobrevivido incluso al impacto de un rayo que forma una herida profunda desde la cruz hasta el suelo en una hélice completa de 360º. |
Otra curiosidad. Un ficus creció en el hueco del pino., y no es el único. El padre es un gran ejemplar de Ficus retusa del jardín del Monasterio. |
Mejoras:
Las
podas usando pértigas mejoraron mucho el aspecto del arbolado. Los cortes
fueron sellados con pasta cicatrizante.
Se
realizaron plantaciones de árboles escayolados en hoyos realizados con
retroexcavadora, creando alcorques para que el riego asegurara el buen agarre.
La
actuación más compleja fue la restauración del suelo. Para ello hubo que retirar los aportes
compactados o zahorras que se habían utilizado para nivelar el terreno sin
dañar las raíces de los pinos. Resultó
una obra lenta y delicada; se intentó
mecanizar lo mínimo para evitar daños y se pudo hacer aprovechando la abundante
mano de obra no cualificada de la obra acogida al Plan de Empleo Rural. En esta fase llegaron
las copiosas lluvias del otoño del 1995 que acabaron con una fuerte sequía. Las obras mostraron la total impermeabilidad de
la zahorra compactada que impedía el paso del agua a las raíces de los
árboles. Por último se cubrió la zona
rebajada con suelo natural arenoso aprovechando la ampliación de la Refinería en el Polígono Industrial,
precisamente este suelo había sido cultivado con fresón hasta el año antes.
Finalmente se realizo un estercolado y siembra de una mezcla de pradera con
leguminosas y gramíneas autóctonas.
Conclusión:
La
muerte del arbolado fue consecuencia de un previo deterioro ambiental agudo. La
sequía sería el disparo para la aparición de los perforadores oportunistas que
aprovecharon la debilidad extrema de estos árboles ubicados en condiciones
desfavorables.
Los
pinos que estaban en mejores condiciones de suelo soportaron la sequía y los
perforadores únicamente pudieron atacar a algunas ramillas durante el verano;
no pudieron vencer las defensas mecánicas del árbol (resina) y no
alcanzaron el cambium bajo la corteza.
En años siguientes de acabadas las obras, gracias a las mejoras
realizadas en el suelo y al fin de la sequía, dejaron de morir árboles a pesar
que el perforador Tomicus destruens ha
permanecido allí desde entonces, demostrando por tanto que la causa de la
muerte generalizada del arbolado ( la plaga) no fue la llegada del insecto
perforador, fue el deterioro ambiental y principalmente el deterioro del suelo.
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