viernes, 18 de agosto de 2017

SOBRE LA RESTAURACIÓN DEL ÁREA INCENDIADA EN EL ENTORNO DE DOÑANA

Después de hablar del incendio de este pasado mes de junio de 2017 quedaba pendiente tratar el asunto de la restauración.





Antes que nada, pongámonos en antecedentes. Para ello nos debemos remontar a finales del siglo XIX cuando nuestro país era un territorio deforestado y con graves riesgos ligados a la desertificación.  Había mucho por desarrollar en lo que la ciencia forestal se refiere y un pequeño  grupo de pioneros formado por los primeros funcionarios del Cuerpo de Ingenieros de Montes del Estado marcarían un primer hito con la creación del Catálogo de Montes de Utilidad Pública; pero estaba todo por hacer en una España agotada de desastres, tan cerca geográficamente al desierto africano, como igualmente retrasada y rural. La nueva conciencia social difundía a través de la prensa un pavoroso escenario de devastación  en el arco mediterráneo,  a las  sequias y riadas se uniría además, cual plaga bíblica, la filoxera de la vid.  Fue el caso de Málaga, la próspera ciudad del sur   pionera industrial, pero aún muy dependiente, como durante siglos, de la exportación de sus vino se hundía en la crisis. Abandonando el cultivo en la cabecera del río Guadalmedina que atraviesa la ciudad ( como su nombre indica, río de la medina), dejando baldías y desnudas las empinadas laderas favoreciendo el arrastre de las tormentas otoñales causando graves daños en el centro de la ciudad. En septiembre de 1907 murieron 21 personas,  fue la cuarta  y peor de una serie de inundaciones ocurridas a principios de siglo.


Para evitar estos desastres se realizaron actuaciones  hidrológico-forestales a partir de los años treinta,  consistentes tanto en repoblaciones como obras de corrección hidrológicas (diques) en los arroyos que evitaron que nuevas riadas afectaran a la ciudad además de crearse el pulmón verde ahora Parque Natural.

El caso de Málaga será una de las muchas actuaciones de este tipo alentadas por una conciencia social fruto de la entrada del pensamiento de la ciencia entre los intelectuales que animará a las autoridades a abordar el problema creándose partir de 1901 las Divisiones Hidrológico-Forestales encargadas de la repoblación  de las cuencas y los terrenos inestables entre cuyos primeros retos estuvo la fijación de las dunas en distintas partes del país.
Sí, fijación de dunas. ¿Acaso no fue necesario? En este país la memoria y el reconocimiento escasean.
Siguiendo la obra "El pino Piñonero (Pinus pinea) en Andalucía"  editado por la Junta de Andalucia en 2004 y que es posible consultar por la web:

En el año 1894 la Comisión de Repoblación de las dunas del Sudoeste dependiente del Ministerio de Fomento emitía sus primeros informes sobre el estado de las dunas en algunos puntos de la costa gaditana.
La Dirección General de Agricultura nombra en 1887 una comisión para la fijación de las dunas desde el Guadiana al Guadalquivir presidida por Luis Heraso que presenta un estudio en 1889. Algo más tarde queda constituida la Comisión de Repoblación  de las Dunas del Suroeste que eleva su propuesta en 1892. En el siguiente siglo se desarrollarán las actuaciones:  1902, Isla Cristina, 1905, Puerto de Santa María y Barbate, 1906, Vejer, 1924, Odiel (Moguer y Palos). En Almonte se intervendrá mucho más tarde, en 1938, durante la Guerra Civil.



La comparación de estas imágenes nos permite ver como en la segunda del año 1957 la parte cercana al camping estaba recién repoblada y los médanos dunares aún descubiertos de vegetación. La cubierta es mayor al oeste del término de Moguer pues las repoblaciones tenían ya hasta un par de décadas. 

Aspecto que tenía uno de los médanos o cordones dunares antes del incendio (cerca del Parador).

En un documento publicado en 1990 Heraso habla de las dunas móviles en Almonte  y menciona que quedan restos insignificantes de los magníficos pinares que las poblaban hace 40 años.

Pino "centenario" del Parador de Mazagón, declarado Monumento Natural. Este árbol muestra un porte completamente natural para el medio en el que  se desarrolló, como otros que aparecen entre las dunas. Si hubiese sido sembrado para obtener su piñón hubiese sido podado para que tuviera una copa alta y aparasolada, por tanto es un testigo de la naturalidad de estos árboles en Doñana y su entorno. (Fuente Junta de Andalucía).
Por tanto, se pone en evidencia la presencia antigua de estos pinares, aunque sus masas habrían sufrido una intensa deforestación antes de la segunda mitad del siglo XIX.
Otra fuente que se puede consultar es " La Frontera de Doñana" de Francisco Garcia Novo, Ángel Martin Vicente y Julia Toja Santillana. Universidad de Sevilla, Sevilla 2007.

En todo este periodo posterior ha habido discusiones acerca del origen  autóctono o no del pino piñonero. Creo que debería darse por zanjada la discusión en vista de las evidencias palinológicas que han aparecido. Se observa que en muchos lugares las deforestaciones durante los últimos siglos llevará a la casi desaparición del pino en amplias zonas, en donde hay registros anteriores. Por ejemplo en el ámbito de Doñana, coincide con la presencia de registro de Vitis vinifera, señal de posible roturación para el cultivo.

Resulta muy pertinente recordar el origen de estos montes cuando tras el desastre se pretende revisar la labor realizada, en particular la conveniencia  de repoblar con pino piñonero.
Las objeciones para el uso del pino piñonero son dos:
1.- No es una especie autóctona.
2.- Incrementa el riesgo de incendios.
Las dos son falsas. En primer lugar hay evidencias científicas  de la naturalidad de Pinus pinea en todo el Holoceno en el arco mediterráneo. Un caso bien datado es el de la  Cueva de Nerja (Málaga) con presencia continua de Pinus pinea identificado por carbones e incluso piñones recolectados por las poblaciones humanas para su alimentación  desde el Gravetiense al Mesolítico. Pero es que el trabajo de investigación palinológica realizado en el Asperillo, corazón de área incendiada, demostró la presencia de P. pinea en el periodo comprendido entre hace 25.000-11.000 años BP. ( Ver "Paleoflora y Paleovegetación de la Península Ibérica e Islas Baleares. Plioceno-Cuaternario" de José S. Carrión (coord.) Murcia.2012).

Me resulta sorprendente que aún a día de hoy, con  abundantes  pruebas científicas que demuestran el carácter autóctono del pino piñonero, se pretenda  mantener lo contrario pese a las evidencias.
Peor aún me parece, casi una perversión, el que personas que conocen bien la historia de estos montes, al menos la más reciente, relacionen el incendio con las repoblaciones de pinos.

¡No se habían quemado en  un siglo! ¿ Acaso esto indica un alto riesgo de incendio?

Si realizáramos una análisis de los incendios ocurridos en Huelva, encontraríamos como el riesgo de incendio siempre ha sido mucho más alto en los jarales del interior (Andévalo) que no en los arenales de la costa.  Es en esta comarca en la que se produjo el mayor incendio  forestal de la Península en Río Tinto en el año 2004  con 35.000 ha quemadas.

Por su ortografía complicada y la continuidad de una densa vegetación muy inflamable (jara y brezo) la cuenca del río Tinto es la zona con más riesgo de incendio. (Foto del autor realizada en el Cerro Salomón).

Quien habla del riesgo de incendio de estos pinares pretende olvidar que la incidencia del fuego en los últimos años se ha disparado en la zona en donde se originó el fuego como parte de la crisis de las transformaciones agrícolas para cultivo bajo plástico, que conoce muy bien ADENA que no ha dejado de denunciarlo mientras que otros colectivos ecologistas de la mano de administraciones locales han mirado para otro lado ante la pérdida ilegal de montes del entorno de Doñana. Incendios que nunca tuvieron una gran extensión ni se extendieron por el parque natural.
Observen la imagen de los perímetros de los incendios durante el periodo 2008-2016. (Fuente REDIAM. WMS Perímetros de Incendios Forestales en Andalucía. 2008-2016. Nodo de la Red de Información Ambiental de Andalucía. Junta de Andalucía. Servicio WMS que recoge los incendios forestales (mayores de 10 Ha) ocurridos en el territorio andaluz entre los años 2008 y 2016. Integrado en la Infraestructura de Datos Espaciales de Andalucía, siguiendo las directrices del Sistema Cartográfico de Andalucía).



Todos los incendios en Moguer se concentran en la misma zona cercana al origen del incendio de junio, junto a los invernaderos. Ninguno se extendió hasta los límites del área protegida del entorno de Doñana, como no había ocurrido durante un siglo.
Veamos en la imagen del año 1985 como puede observarse la merma de terrenos forestales en la zona.



Por tanto ¿qué sentido tiene ahora culpar del desastre a las repoblaciones de hace un siglo?

Por último voy a poner fotos del área incendiada y se podrá apreciar que generalmente el pino no ardío.  El fuego que pasó bajo su copa no la prendió, aunque el calor seco sus acículas.
Estos árboles murieron en el mismo momento que el fuego corrió bajo su copa o morirán a las pocas semanas o meses, pero no han ardido.  El calor flameó su copa pero sin generar llama y por tanto sin servir como combustible al fuego. Como sí lo hacen frecuentemente otras especies de pinos como el carraco que  arden espontáneamente y a veces explosivamente al emitir sustancias volátiles cuando el calor del matorral calienta las copas.
Si bien es cierta la elevada inflamabilidad del pino resinero (Pinus pinaster) y especialmente del pino carrasco (Pinus halepensis) no lo es igualmente con el pino piñonero que emite mucho menos sustancias inflamables volátiles cuando se calienta.
Por tanto, es el matorral el combusible de este incendio y no el pino,  si no hubiesen pinos el matorral pirófito hubiera sido igual o probablemente más denso y  el resultado similar.
Otra muestra es que algunos árboles bajos que sufrieron más las llamas, aparentemente están carbonizados. Pero una mirada detenida muestra la persistencia de los nuevos brotes. Debido que el incendio se produjo aún durante el periodo vegetativo (crecimiento de los brotes del pino), hizo que los nuevos brotes tuviesen mayor contenido hídrico  y  no llegaran a carbonizarse. 


Detalle del pino quemado en la zona dunar. Los nuevos brotes flameados permanecen, solo se han carbonizado las viejas acículas, indicando que no hubo en la copa llamas de intensidad suficiente para carbonizarlas .

En conclusión,  desde mi punto de vista:
Sería un error creer que el incendio es una oportunidad de mejora del ecosistema para eliminar el pinar por considerarlo no autóctono. O considerar que lo mejor es dejar sin más el matorral posterior sin actuar.
En primer lugar se presenta un problema de movimiento de las arenas  que actualmente afectaría no solo a las comunicaciones sino a los delicados cultivos de frutos rojos: ¡un fresón con granitos de arena no es comerciable!
En segundo lugar el pino piñonero es insustituible en su labor estabilizadora de las dunas, pero deberá de hacerse como antaño  usando cubiertas vegetales temporales que fijen pronto las arenas. No porque no pueda conseguirse directamente con las sabinas y camarinas (entre otras especies), más bien por la rapidez y relativa facilidad en un medio tan difícil como puede ser un cordón dunar. ¿Valdría la pena perder el tiempo y el dinero público?

Las sabinas y enebros son considerados los arboles (o arbustos) propios de la etapa potencial del ecosistema dunar, pero  me parece inviable conseguir en un plazo medio una cubierta aceptable únicamente con estos. Las dificultades estarán incluso en producir suficiente número de plantas,  mucho más complicada que producir pinos desde piñón que podría incluso sembrarse a voleo, como se hizo entonces.
En las zonas sin riesgo de movimientos de las arenas  la labor de repoblación es mucho más fácil; sin embargo, debería estudiarse  con detalle las condiciones edáficas pues la capa de arena o manto eólico varia  de profundidad, así como la cercanía del horizonte saturado de humedad del acuífero en la zona del Abalario donde abundan las microlagunas endorreícas. Adecuarse a estas condiciones puntuales puede aumentar la biodiversidad y evitar la monotonía del pinar.

Por último, si haré una crítica a la gestión realizada en estos montes del manto eólico (arenas fijas). Los trabajos selvícolas deberían de respetar el suelo, pues su movimiento favorece que se perpetué la etapa serial del jaguarzal ( o brezal en condiciones de higromorfía del suelo) dificultando por tanto su sustitución por formaciones menos pirófitas y más estables.
En los análisis del suelo realizados por mí para el trabajo fin de carrera encontré una clara relación entre la remoción del suelo y el ph así como  la riqueza en cationes limitantes en este medio psámmofilo como el magnesio o potasio. El suelo esta empobrecido y es bastante ácido en general, pero en el borde del cordón dunar el suelo está estabilizado bajo el sabinar y tiene un ph ideal de 6.5 mostrando mayor diversidad florística que en el resto de los pinares del manto eólico. La única explicación es que el suelo no es removido desde hace muchas décadas. En esta zona, justo bajo la espesa sombra de la sabina aparece una asociación liquénica  psámmofila dominada por Cladonia mediterránea con aspecto de esponja que seguro ayuda a mantener la humedad del suelo produciendo junto a la sabina lluvias horizontales (rocío).

Esta misma asociación la he visto en laderas sombrias más al interior, muy  puntualmente en la Dehesa del Estero pero, igualmente se aprecia que no se realiza remoción del suelo de estas arenas.


Hay algunos casos en la zona, como en la llamada Dehesa del Estero de Domingo Rubio en el monte público Ordenados de Moguer, en el que se puede apreciar esta estabilidad del suelo junto  a la cubierta del pinar. El resultado es la desaparición del matorral heliófilo por dos motivos,  en primer lugar debido a la cubierta del pinar dado que no soporta la sombra y en segundo por la estabilidad del suelo,  dando paso a un pinar con una abundante representación de matorral noble como acebuche, mirtos, espinos, lentiscos entre otros y en consecuencia una mayor cubierta de pasto que favorece a numerosa fauna, como el conejo.




El resultado es un monte por el que es fácil transitar, biodiverso en flora y rico en fauna así como resiliente y  resistente al fuego. Este monte está en la zona en la que mostré que más fuegos se producen,  muy cerca de donde se inició el fuego de junio, de hecho los grandes  pinos muestran las marcas del fuego en la parte baja del tronco. No es bien conocido este detalle, pero el pino piñonero tiene una corteza  tan gruesa como el alcornoque con su corcho,  y pinos altos con fustes limpios a 20m como los de la Dehesa del Estero soportan los fuegos bajo su copa, mientras que los acebuches, lentiscos y mirtos arden con poca intensidad y rebrotan con facilidad. Es así que este monte se autosostiene sin requerir intervenciones.

Frecuentemente el forestal solo se preocupa de la vegetación, pero el desarrollo del suelo es fundamental.



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