domingo, 14 de septiembre de 2014

ORIGEN Y PRESENTE DEL MONTE MEDITERRÁNEO PARTE 3: EL MONTE MEDITERRÁNEO. MOSAICO FORESTAL

Si se analiza la biodiversidad de distintas formaciones forestales, se puede inferir que el monte mediterráneo potencial, encinares o alcornocales, tiene paradójicamente menor biodiversidad que los espacios en los que no puede asentarse el bosque maduro mediterráneo, ya sea por condiciones edáficas limitantes o especiales.  Incluso paisajísticamente, la monotonía de una dehesa contrasta con la diversidad de una zona de montaña. Sacar conclusiones parciales puede ser fácil y llevarnos a errores.  Mientras que en una dehesa las condiciones del medio son muy homogéneas, en estas áreas de montaña, de marisma, costeras o húmedas existen gradientes que crean una mayor diversidad de ambientes, en donde la mayor riqueza de endemismos están fuera de los lugares en los que consideramos estaba o podría estar la vegetación climácica.





El primer error está en conferir el carácter mágico al clímax, como transformador de todo el espacio, cuando muchas veces es imposible ya que antes que transformarse la roca en suelo, el clímax ha cambiado, dado que, como hemos visto, el clima no deja de cambiar y por tanto las formaciones no dejan de desplazarse, buscando nuevos asentamientos. El segundo  error está en reducir el ecosistema a la vegetación, algo muchas veces criticado por muchos ecólogos. El bosque mediterráneo también incluye como partes de un ecosistema estas formaciones de montaña o de marismas, en las que no se alcanzará el ideal del bosque de Quercus.  Ha sido nuestra transformación del medio la que ha parcelado estos hábitats, haciendo parecer que son ecosistemas separados. Mientras que la biodiversidad de unos obedece a condiciones físicas del medio (pendiente, dureza del substrato, altura, salinidad, encharcamiento, etc.); la homogeneidad de los bosques de quercíneas obedece más a su explotación y tratamientos, como es el caso de la dehesa. La biodiversidad del monte mediterráneo se da también por los numerosos ecotonos entre las zonas con condiciones edáficas favorables y otras con condicionantes especiales, en estas zonas se mueven muchas especies de fauna, singularmente las aves  que son las que suelen dispersar las semillas de todas las especies de arbustos del bosque maduro mediterráneo.



En condiciones ideales es fácil imaginar que el medio natural presenta más diversidad de la que imaginamos contemplando los paisajes. El suelo, la exposición al sol y al viento, la pendiente, el gradiente de humedad en las zonas bajas, el gradiente de sales cerca del mar, el efecto natural del fuego,  la fauna con su múltiple efecto (frugivorismo, herviborismo, traslado de nutrientes);  y mucho más a distintas escalas, posibilitan micro o macro hábitats que viene a interpretarse que se suavizan o se pierden con la progresión ecológica, cuando no tiene que ser así. El monte mediterráneo es un mosaico de formaciones vegetales adaptadas al cambio.

Fotos del Autor. Primera, dehesa en Huelva y la segunda pinar en serpentinas en Sierra Bermeja (Málaga)

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